Sudor, mugre y cansancio.

Me encontraba en medio una reunión entre amigas que hacía tiempo no nos veíamos. Era el típico cafecito entre mujeres en donde nos poníamos al tanto de nuestra vida actual. Ansiosas por hablar de nuestros gustos y aficiones, compartíamos, y yo no era la excepción, quería contarles todo. Cuando Myrna me preguntó que novedades tenía le confesé mi reciente pasión por el sudor, la mugre y el cansancio. Como si me hubiese convertido en un calcetín maloliente, me miraron todas con expresión de susto y se hizo un silencio. Supongo que como mujeres no podemos expresar tal cosa, y menos con agrado, pero yo estaba feliz y no quería ocultarlo. “Claro, no hablo de  pasar días sin bañarme”- Aclaré. “Bueno, entonces, explícate. No entiendo.”- Contestó Myrna. Hablo de mi gusto por tener actividades “extremas”, las cuales te llevan a un estado de agotamiento total, como hiking, rappel o el ciclismo de montaña, añadí.

Toda la emoción comienza al ponerte tus likras, subes la bici y el equipo al auto, y te vas a algún cerro. Ahí empiezas.

Primero que nada, cada vez que me subo a la bicicleta, para mí, es un viaje al pasado. Es la nostalgia del reencuentro con la bici de mi niñez, cuando todos los de mi colonia jugábamos a policías y ladrones, y nos íbamos lejos hasta llegar al parque, en los largos días de verano. Imagínate, con todas esas emociones, el casco y los guantes puestos inicio el trayecto. En esta parte el paisaje siempre es grato, te recibe el aire puro y te sientes en contacto una vez más con la madre naturaleza. El sol parece inocuo y brilla con todo su esplendor. Regularmente hay árboles o pequeños arbustos verdes, ardillas silvestres cruzan tu camino y escuchas los pájaros en el cielo. Todo en el ambiente te da la bienvenida y hace sentirte orgulloso de estar ahí una vez más.

Ese sentimiento dura lo que tardan en aparecer por tu camino las primeras rocas o el terreno de arena suelta te pone una zancadilla y te tambalea. Poco a poco ves que el paisaje cambia, te encuentras animales muertos, los arbustos desaparecen y en su lugar se instala toda una escenografía rústica compuesta por tierra, piedras y ramas secas. Ahí es donde comienza la prueba y también el sudor en las manos y la tensión en la espalda. Empiezas a necesitar de la fuerza Sigue leyendo