Feliz Día de las Madres…

Una vez más he salido tarde de casa. Bajo de prisa las escaleras. Espero que Katy no esté molesta o mejor aún, espero que no haya llegado a la Agencia. Saco el auto de la cochera y desde el balcón Camila y Antonio, en pijamas, me dicen adiós por la ventana. Sonrío y les mando un beso.

Hoy es mi primer 10 de mayo como mamá. Sé que deberia estar contenta, pero no lo estoy. Estoy cansada. Este día es como todos. No tiene nada de especial. ¡Se me olvidó felicitar por teléfono a mi mamá! Debo hablarle llegando a la oficina, si no lo hago jamás me lo perdonará.

El tráfico está espantoso. Enciendo la radio. Tengo sueño. Cómo quisiera que nos dieran el día para regresar a casa y dormir hasta llegada la tarde. Pero… ¿dormir? ¿Con Camila y Antonio en casa? Imposible. Si regreso, él se olvidará de cuidarla, se pondrá a ver la tele y con el genio que se carga desde que no tiene trabajo, sería muy desagradable tener que pasar todo el día juntos. No. Si me dan el día, descansar sería lo último que haría. Mucho menos hablar de salir. Antonio se pondría de muy mal humor si me atrevo a sugerirlo.

Lo ideal sería tomar el día sólo para mí. Ir a caminar o a correr como solía hacerlo, darme un baño largo y tranquilo en una tina o meterme a ver películas en el cine todo el día. Hacer todo lo que me gusta  y que he dejado de hacer. Pero hay tanto trabajo en la Agencia que es casi imposible que suceda. Tengo que llegar y terminar el logotipo de la constructora y seguir con el eterno folleto del parque industrial. Desde que regresé a trabajar,  me siento estancada en estos dos proyectos. Debo terminarlos si quiero que me asignen otros más interesantes.

Como todas las mañanas, subo la Av. Sonora hacia “la Chapu” para llegar a la oficina. En cada esquina, vendedores de flores , canastitas , arreglos multicolores y ramos de rosas rojas. Son bellas. Si tuviera el dinero me compraba el más grande ahora mismo. Me lo regalaría yo Sigue leyendo